La última subasta de bonos japoneses a dos años mostró una sorpresa: la demanda cayó en picado, con un múltiplo de licitación de solo 3.26, muy por debajo del promedio de 3.65 de los últimos doce meses. ¿Qué señales ocultas hay detrás de esto?

Los operadores ya han dado la respuesta: el ritmo de subida de tipos del Banco de Japón podría ser más agresivo de lo que la mayoría esperaba.

Los datos son claros. La rentabilidad de los bonos a dos años ha alcanzado su nivel más alto desde 1996. La tasa de inflación de equilibrio a diez años también ha llegado a su pico desde 2004. Aunque la volatilidad reciente se ha moderado, el mercado de bonos ya ha lanzado una advertencia.

La semana pasada, el gobernador del Banco de Japón, Ueda Kazuo, elevó la tasa de interés de política a su nivel más alto en 30 años, pero luego fue ambiguo respecto a los próximos pasos. Esta actitud ambigua ha encendido directamente la imaginación del mercado: el yen se depreció, y las rentabilidades se dispararon.

La verdadera prueba está por llegar. Este viernes, el gabinete aprobará el presupuesto para el año fiscal 2026, y una vez que se anuncie el plan de emisión de deuda del gobierno, es muy probable que vuelva a generar turbulencias en el mercado de bonos. ¿Ha comenzado realmente el ciclo de endurecimiento? ¿Japón se convertirá en el próximo epicentro de la lucha global por las tasas de interés? Estas preguntas mantienen al mercado en vilo.