Al hablar de las rutas de flujo de capital, a menudo se puede observar un patrón típico: los titulares de capital, como oficinas familiares, individuos de alto patrimonio neto, fondos de donación, diversas fundaciones, planes de pensiones y fondos soberanos, raramente participan directamente en la toma de decisiones de inversión. En cambio, tienden a asignar fondos a estrategias de inversión pasiva (como ETF) o a encargar a instituciones de inversión profesionales la ejecución de estrategias de gestión activa. Estos propietarios de capital, basándose en el reconocimiento de la capacidad profesional en áreas específicas, eligen entregar los fondos a equipos de gestión profesional para que se encarguen de las operaciones de inversión reales.



En el actual entorno del mercado, estos inversores institucionales tradicionales están explorando gradualmente el ámbito de los activos criptográficos, pero el nivel general de participación sigue estando en una etapa inicial. Desde el punto de vista del orden de participación, las oficinas familiares pueden ser el grupo que actúe primero, atraído principalmente por el potencial de retorno y las características de liquidez de esta clase de activos. Sus vías de entrada al mercado son principalmente dos: una es obtener una exposición sencilla al mercado a través de la compra de productos ETF de criptomonedas; la otra es asignar fondos a instituciones de gestión de activos de buena reputación a través de capital de riesgo. Sin embargo, es importante señalar que la mayoría de las instituciones aún no han participado directamente en el mercado de liquidez o han encargado a instituciones profesionales de gestión de liquidez.

Desde 2022 hasta la fecha, el ámbito de inversión de capital de riesgo en la ronda semilla ha atraído aproximadamente 60 mil millones de dólares en capital, apoyando a numerosos fundadores de startups. Entre estos emprendedores, algunos planean salir a través de la emisión de tokens, mientras que otros se centran en la ruta tradicional de salida a bolsa. La IPO tradicional generalmente requiere pasar por un ciclo de desarrollo de seis a ocho años, mientras que la ruta de salida tokenizada puede necesitar solo 18 meses; esta diferencia de tiempo hace que la opción de tokenización sea más atractiva para ciertos modelos de negocio.
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