

Los activos subyacentes son la base del mercado de derivados y sirven como referencia para que los instrumentos financieros complejos obtengan su valor. Comprender estos activos es imprescindible para entender el funcionamiento de los mercados financieros actuales, en particular en el ámbito de las opciones, futuros y otros contratos derivados.
Un derivado es un contrato financiero cuyo valor depende directamente del rendimiento de un activo subyacente, un índice o un tipo de interés. Estos instrumentos no tienen valor propio, sino que su precio varía en función de los cambios en el activo de referencia. Ejemplos habituales de derivados son los contratos de opciones, acuerdos de futuros, contratos a plazo y swaps.
Los derivados cumplen varias funciones en los mercados financieros. Permiten especular sobre los movimientos de precios sin necesidad de poseer el activo subyacente. Ofrecen mecanismos para cubrirse frente a posibles pérdidas en posiciones existentes y facilitan el descubrimiento de precios al recoger las expectativas de los participantes sobre el valor futuro. Sin embargo, los derivados implican riesgos inherentes: su complejidad, el apalancamiento, el riesgo de incumplimiento de la contraparte y su posible impacto en la estabilidad sistémica del mercado.
Un activo subyacente es cualquier activo o instrumento negociable que sirve de base para valorar un contrato derivado. La relación entre derivado y activo subyacente es directa: cuando el precio del activo subyacente cambia, el valor del derivado también lo hace. Esta conexión genera oportunidades y riesgos para los participantes del mercado.
Dos tipos principales de derivados ilustran bien esta relación. Los contratos de opciones otorgan al comprador el derecho (no la obligación) de comprar o vender el activo subyacente a un precio determinado dentro de un plazo concreto. El comprador paga una prima por esta flexibilidad y puede dejar que el contrato expire si las condiciones del mercado no son favorables. Las opciones son útiles en estrategias de cobertura, como la compra de opciones de venta para protegerse ante posibles caídas del precio de un activo en cartera.
Por su parte, los contratos de futuros establecen obligaciones vinculantes para que ambas partes ejecuten la transacción en la fecha y al precio acordados. A diferencia de las opciones, los futuros normalmente no requieren el pago de primas iniciales. Son habituales en mercados de materias primas, donde productores y consumidores buscan certeza sobre los precios. Por ejemplo, los productores agrícolas emplean futuros para fijar precios de venta y protegerse ante caídas en el mercado antes de la cosecha.
La variedad de activos subyacentes ha crecido exponencialmente, especialmente con el auge de las criptomonedas y las finanzas descentralizadas. Prácticamente cualquier activo negociable puede ser la base de contratos derivados.
Las acciones corporativas son uno de los tipos de activos subyacentes más consolidados. Los derivados de renta variable, como opciones sobre acciones, futuros y swaps de acciones, permiten obtener exposición a la evolución de una empresa sin tener que comprar acciones directamente. Estos instrumentos se emplean tanto para especular como para cubrir carteras.
Los bonos, emitidos por empresas y entidades públicas para captar financiación, son otra categoría fundamental. Los derivados de bonos, como opciones sobre bonos, futuros sobre bonos y swaps de tipos de interés, permiten gestionar el riesgo de tipos y especular sobre cambios en la calidad crediticia. El mercado de derivados de bonos es clave en el ecosistema de renta fija.
En los mercados de divisas, los derivados como futuros, opciones y contratos a plazo ayudan a cubrirse ante fluctuaciones de tipo de cambio o a especular con movimientos de moneda. En finanzas descentralizadas, las stablecoins ilustran la evolución de los derivados sobre divisas, muchas de ellas vinculadas a monedas fiat mediante mecanismos de reserva.
Las criptomonedas se han convertido en una nueva categoría relevante de activos subyacentes. Bitcoin, Ethereum y otros activos digitales sustentan mercados de derivados de gran volumen, con opciones y futuros disponibles en múltiples plataformas. La operativa 24/7 y la alta volatilidad de las criptomonedas las hacen especialmente atractivas para derivados.
Los índices de mercado, que agrupan el rendimiento de múltiples valores en una sola métrica, funcionan como activos subyacentes para futuros, opciones y swaps sobre índices. Estos derivados permiten una exposición amplia al mercado y una gestión eficiente del riesgo de cartera.
Los activos reales se están tokenizando y empleando cada vez más como activos subyacentes. Los tokens no fungibles (NFT) pueden representar la propiedad o valor de bienes físicos como arte, inmuebles o coleccionables. La tokenización facilita la negociación y la formación de precios de activos antes ilíquidos o difíciles de fraccionar.
Los fondos cotizados (ETF), que representan cestas de valores, también sirven de activos subyacentes para derivados. Las opciones sobre ETF y otros productos relacionados ofrecen mayor flexibilidad y herramientas avanzadas de gestión de riesgo.
Incluso las condiciones meteorológicas han sido utilizadas como activos subyacentes. Los derivados climáticos, lanzados a finales de los años noventa, se basan en índices de temperatura, precipitaciones u otros datos meteorológicos. Sectores como la agricultura, la energía y el turismo los emplean para cubrirse ante variaciones de ingresos por fenómenos meteorológicos adversos.
Bitcoin es un ejemplo claro de activo subyacente y de su función en los mercados de derivados. Supongamos que un inversor posee Bitcoin y es optimista sobre su evolución, pero es consciente de que podría haber correcciones significativas de precio. Para protegerse frente a ese riesgo sin renunciar al potencial alcista, puede adquirir una opción de venta a tres meses.
En este caso, imaginemos que Bitcoin cotiza a 95 000 $ y el inversor paga una prima de 1 200 $ por el derecho a vender 10 BTC a 85 000 $ cada uno (un 10,5 % por debajo del precio de mercado actual). Si Bitcoin cae por debajo de 85 000 $ durante la vigencia del contrato, el inversor puede ejercer la opción, vender al precio protegido y compensar sus pérdidas. Si el precio se mantiene por encima de 85 000 $ o sube, simplemente deja expirar la opción, pierde la prima pagada y conserva la ganancia íntegra de su posición en Bitcoin.
Este ejemplo muestra cómo los activos subyacentes permiten estrategias de gestión de riesgo. Bitcoin actúa como activo subyacente, la opción deriva su valor de su precio y el inversor compra un seguro frente a una bajada, manteniendo la exposición a las posibles subidas: un ejemplo clásico del funcionamiento práctico de los activos subyacentes.
No todos los bienes pueden ser activos subyacentes en contratos derivados. Deben cumplir varios criterios, siendo el principal la posibilidad de negociación eficiente y de disponer de precios transparentes.
Los bienes personales, como objetos domésticos o colecciones sin mercado establecido, no pueden funcionar como activos subyacentes. No cuentan con métodos de valoración estándar ni mercados líquidos, lo cual impide su uso en derivados. Sin precios transparentes y actualizados, crear y liquidar derivados resulta inviable.
Los activos intangibles como patentes, marcas o valor de marca presentan obstáculos similares. Aunque tienen valor económico, este es subjetivo y depende del contexto, lo que los excluye como activos subyacentes en derivados estandarizados. La falta de negociación y de precios objetivos impide su utilización en contratos derivados.
Los bienes perecederos o de difícil almacenamiento también resultan problemáticos. Por ejemplo, los productos frescos se deterioran rápidamente y no permiten establecer precios estables durante el plazo habitual de los contratos derivados. Aunque existen derivados sobre materias primas agrícolas, suelen referenciar productos estandarizados y almacenables, no bienes perecederos.
Los activos subyacentes son la base sobre la que se construye el mercado de derivados. Desde valores tradicionales como acciones y bonos hasta innovaciones como criptomonedas y activos tokenizados, la variedad de activos subyacentes crece y proporciona herramientas cada vez más sofisticadas para inversión y gestión de riesgos.
La relación entre derivados y activos subyacentes genera un ecosistema dinámico, donde descubrimiento de precios, transferencia de riesgo y especulación se entrelazan. Comprender esta relación y los ejemplos de activos subyacentes es clave para cualquier participante de los mercados financieros modernos, tanto si busca cobertura, especulación o diversificación de carteras.
Con la evolución de los mercados, especialmente por la integración de blockchain y las finanzas descentralizadas, la definición y alcance de los activos subyacentes seguirá creciendo. Pero el principio básico permanece: para que un activo sea subyacente debe ser negociable, tener precios transparentes y mecanismos de mercado eficientes. Cada ejemplo, desde Bitcoin a bonos o índices climáticos, refleja este principio fundamental, garantizando que los derivados cumplan su función esencial en el sistema financiero global, manteniendo la integridad y estabilidad para la confianza del mercado.
Un ejemplo de subyacente es Bitcoin en los contratos de futuros sobre Bitcoin. Otros ejemplos son Ethereum en opciones sobre ETH o el oro en stablecoins respaldadas por oro.
Sí, el oro es un activo subyacente habitual. Se negocia directamente y sirve de base para numerosos productos financieros, tanto en mercados cripto como tradicionales.
Cinco ejemplos de activos son: 1. Bitcoin (BTC), 2. Ethereum (ETH), 3. Tokens no fungibles (NFT), 4. Tokens DeFi y 5. Stablecoins como USDT o USDC.











