Stephanie Hockridge, ex presentadora de televisión, ha sido condenada a una década de prisión por orquestar una operación de fraude financiero masivo. El esquema, que supuestamente dirigía junto a su esposo, estafó a las víctimas por una asombrosa suma de $63 millones. Los documentos judiciales revelan que la pareja explotó su credibilidad pública y sus conexiones sociales para atraer inversores a empresas fraudulentas. El caso sirve como un claro recordatorio de que los delitos de cuello blanco conllevan consecuencias graves, independientemente del perfil público de la persona. Los fiscales federales enfatizaron que la larga condena refleja tanto la magnitud del robo como la traición de la confianza implicada. Las víctimas del esquema aún están lidiando con el complejo proceso de intentar recuperar sus pérdidas.