Chip Wilson lo vuelve a hacer. El fundador de Lululemon acaba de soltar una bomba en Forbes afirmando que la marca de athleisure está “tratando de ser todo para todos” y que no debería querer “ciertos clientes” entrando. ¿La traducción? No le gusta el impulso de Lululemon por la diversidad.
Aquí está lo interesante: Wilson criticó específicamente las campañas inclusivas recientes de la compañía—ya sabes, esas que muestran personas de diferentes razas y tipos de cuerpo—llamándolas “poco saludables,” " enfermizas" y “poco inspiradoras.” Sí, eso fue lo que dijo.
Esto no es nuevo para él.
Retrocedamos a 2013, cuando Wilson sugirió que algunos cuerpos de mujeres “no estaban hechos” para las tallas de Lululemon. La reacción fue brutal, lo que lo obligó a dimitir como presidente. Para 2015, ya no participaba en las operaciones, pero aquí viene el giro: todavía posee el 8% de la compañía—lo que lo convierte en el mayor accionista individual. Así que no está exactamente en silencio desde las sombras.
La respuesta de Lululemon fue una típica gestión de crisis corporativa:
El comunicado oficial de la empresa básicamente dijo “Chip ya no nos representa” y reafirmó su compromiso con la diversidad y la inclusión. Justo, pero el momento es incómodo—su exfundador está criticando exactamente lo que están intentando construir.
¿Cuál es la visión general? Esto resalta una tensión común en las empresas: el fundador visionario frente a los valores evolutivos de la marca. Wilson construyó Lululemon sobre la exclusividad, pero el mercado y la cultura han cambiado. La compañía apuesta por la inclusión; Wilson todavía se aferra a la vieja estrategia.
¿La ironía? Las acciones de Lululemon han mantenido un buen rendimiento a pesar de—¿o quizás por?—todo este drama. Los inversores parecen preocuparse más por las ganancias que por las disputas con el fundador.
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El drama de diversidad de Lululemon: Los comentarios "poco saludables" del fundador generan otra ola de críticas
Chip Wilson lo vuelve a hacer. El fundador de Lululemon acaba de soltar una bomba en Forbes afirmando que la marca de athleisure está “tratando de ser todo para todos” y que no debería querer “ciertos clientes” entrando. ¿La traducción? No le gusta el impulso de Lululemon por la diversidad.
Aquí está lo interesante: Wilson criticó específicamente las campañas inclusivas recientes de la compañía—ya sabes, esas que muestran personas de diferentes razas y tipos de cuerpo—llamándolas “poco saludables,” " enfermizas" y “poco inspiradoras.” Sí, eso fue lo que dijo.
Esto no es nuevo para él.
Retrocedamos a 2013, cuando Wilson sugirió que algunos cuerpos de mujeres “no estaban hechos” para las tallas de Lululemon. La reacción fue brutal, lo que lo obligó a dimitir como presidente. Para 2015, ya no participaba en las operaciones, pero aquí viene el giro: todavía posee el 8% de la compañía—lo que lo convierte en el mayor accionista individual. Así que no está exactamente en silencio desde las sombras.
La respuesta de Lululemon fue una típica gestión de crisis corporativa:
El comunicado oficial de la empresa básicamente dijo “Chip ya no nos representa” y reafirmó su compromiso con la diversidad y la inclusión. Justo, pero el momento es incómodo—su exfundador está criticando exactamente lo que están intentando construir.
¿Cuál es la visión general? Esto resalta una tensión común en las empresas: el fundador visionario frente a los valores evolutivos de la marca. Wilson construyó Lululemon sobre la exclusividad, pero el mercado y la cultura han cambiado. La compañía apuesta por la inclusión; Wilson todavía se aferra a la vieja estrategia.
¿La ironía? Las acciones de Lululemon han mantenido un buen rendimiento a pesar de—¿o quizás por?—todo este drama. Los inversores parecen preocuparse más por las ganancias que por las disputas con el fundador.