El mercado mundial del oro acaba de alcanzar un hito histórico: 30 000 billones de dólares de capitalización. Para imaginarlo, es más que el valor combinado de Apple, Microsoft y Nvidia juntas.
Mientras que el oro sigue siendo el “refugio seguro” tradicional con 216,265 toneladas extraídas desde tiempos inmemoriales, el Bitcoin ( autoproclamado “oro digital” ) se queda muy atrás con solo 2 billones de dólares.
La cifra que hace soñar: para igualar al oro, un solo Bitcoin debería alcanzar 1,5 millones de dólares — es decir, 15 veces más caro que hoy. Cathie Wood apuesta por superar el millón para 2030, y en un escenario ultra-optimista, algunos analistas contemplan 1,5 millones entre 2035-2040.
El paralelo es sabroso: por un lado, el oro encarna la confianza en el sistema financiero tradicional. Por otro, Bitcoin representa la nueva creencia descentralizada. Con la dedolarización, los flujos de liquidez globales y la llegada masiva de las instituciones, las fronteras entre activos clásicos y digitales se desmoronan.
¿La verdadera pregunta? No quién ganará, sino cómo coexistir en un mundo donde ambos tienen sentido.
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El Oro Mundial Hace Sombra a los Gigantes de la Tecnología
El mercado mundial del oro acaba de alcanzar un hito histórico: 30 000 billones de dólares de capitalización. Para imaginarlo, es más que el valor combinado de Apple, Microsoft y Nvidia juntas.
Mientras que el oro sigue siendo el “refugio seguro” tradicional con 216,265 toneladas extraídas desde tiempos inmemoriales, el Bitcoin ( autoproclamado “oro digital” ) se queda muy atrás con solo 2 billones de dólares.
La cifra que hace soñar: para igualar al oro, un solo Bitcoin debería alcanzar 1,5 millones de dólares — es decir, 15 veces más caro que hoy. Cathie Wood apuesta por superar el millón para 2030, y en un escenario ultra-optimista, algunos analistas contemplan 1,5 millones entre 2035-2040.
El paralelo es sabroso: por un lado, el oro encarna la confianza en el sistema financiero tradicional. Por otro, Bitcoin representa la nueva creencia descentralizada. Con la dedolarización, los flujos de liquidez globales y la llegada masiva de las instituciones, las fronteras entre activos clásicos y digitales se desmoronan.
¿La verdadera pregunta? No quién ganará, sino cómo coexistir en un mundo donde ambos tienen sentido.