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Diez años de sueño con Bitcoin

Hace diez años, cuando la mayoría de la gente se reía de esta cadena de números como "aire", yo compré mi primera moneda bitcoin con todos mis ahorros. La curva verde que saltaba en la pantalla era más como un tótem de fe que un indicador de riqueza.

He sido testigo de cómo subió de unos pocos dólares a veinte mil, y luego se desplomó de la noche a la mañana. Las personas a mi alrededor vinieron y se fueron; algunos celebraron su fortuna y se marcharon, otros maldijeron después de perder dinero. Solo sostengo esa cadena de claves privadas, como si guardara un secreto sobre el futuro. El bullicio del mercado nunca ha cambiado su esencia: una confianza descentralizada, una suave rebelión contra el viejo orden financiero.

Hoy en día, ya no es solo un número en mi balance, sino la medalla del tiempo para los pacientes. Cuando mis amigos me preguntan por qué no realizo un retiro para disfrutar, siempre recuerdo aquella noche hace diez años, cuando me senté frente a la computadora confirmando repetidamente la dirección de transferencia. Algunas decisiones, una vez tomadas, son compañeros de vida.

En la próxima década, invertiré otros cien mil millones. No se trata de perseguir burbujas, sino de apostar por una red de valor más abierta y justa. Creo que cuando la ola digital realmente llegue, aquello que alguna vez fue cuestionado como "aire", eventualmente se convertirá en la base de una nueva era.

No es una inversión, es un viaje de treinta años. Estoy dispuesto a ser amigo del tiempo, esperando pacientemente los próximos diez años, para ver cómo esta cadena de números continúa escribiendo su leyenda.