El Reino Unido enfrenta un "desafío agudo" debido a su débil crecimiento económico y la reducida participación laboral desde la pandemia del COVID-19, según alertó ayer Andrew Bailey, gobernador del Banco de Inglaterra.
En mi opinión, estas declaraciones revelan la verdadera crisis que enfrenta la economía británica. Bailey habla de "desafíos", pero lo que realmente tenemos es un país cuya economía está estancada mientras los banqueros centrales siguen con su retórica suave.
El envejecimiento poblacional y el aparente descenso de la actividad laboral entre los jóvenes británicos por enfermedad hacen urgente impulsar la productividad económica. ¡Como si eso fuera fácil! Los políticos llevan años hablando de productividad mientras los trabajadores sufren con salarios estancados.
Mientras tanto, la libra esterlina apenas se inmutó, cotizando a la baja un 0,06% frente al dólar a 1,3515. Los mercados financieros parecen inmunes a estas advertencias, ¿o quizás ya han descontado que la economía británica está en problemas graves?
Es fascinante ver cómo los banqueros centrales siempre hablan de "estabilidad de precios" y mantener la inflación en el 2%, pero rara vez abordan el verdadero problema: un sistema que favorece al capital sobre el trabajo. Cuando la inflación supera el objetivo, suben las tasas de interés y castigan a los trabajadores y pequeños empresarios con crédito más caro. Y cuando cae por debajo, bajan las tasas con la esperanza de que las empresas inviertan en proyectos de crecimiento.
¿Y qué pasa cuando nada funciona? Recurren a la flexibilización cuantitativa (QE) - imprimir dinero para comprar bonos - que beneficia principalmente a los que ya tienen activos. Todo esto mientras millones de británicos luchan por llegar a fin de mes.
Lo curioso es que ahora hablan de "flexibilización cuantitativa" cuando la economía mejora, pero la verdad es que el sistema parece diseñado para mantener el status quo, no para resolver los problemas estructurales que Bailey menciona.
El Reino Unido necesita soluciones reales, no más jerga financiera de un banquero central que señala problemas sin ofrecer soluciones concretas.
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El Gobernador Bailey advierte sobre el preocupante crecimiento económico británico
Por Reuters
El Reino Unido enfrenta un "desafío agudo" debido a su débil crecimiento económico y la reducida participación laboral desde la pandemia del COVID-19, según alertó ayer Andrew Bailey, gobernador del Banco de Inglaterra.
En mi opinión, estas declaraciones revelan la verdadera crisis que enfrenta la economía británica. Bailey habla de "desafíos", pero lo que realmente tenemos es un país cuya economía está estancada mientras los banqueros centrales siguen con su retórica suave.
El envejecimiento poblacional y el aparente descenso de la actividad laboral entre los jóvenes británicos por enfermedad hacen urgente impulsar la productividad económica. ¡Como si eso fuera fácil! Los políticos llevan años hablando de productividad mientras los trabajadores sufren con salarios estancados.
Mientras tanto, la libra esterlina apenas se inmutó, cotizando a la baja un 0,06% frente al dólar a 1,3515. Los mercados financieros parecen inmunes a estas advertencias, ¿o quizás ya han descontado que la economía británica está en problemas graves?
Es fascinante ver cómo los banqueros centrales siempre hablan de "estabilidad de precios" y mantener la inflación en el 2%, pero rara vez abordan el verdadero problema: un sistema que favorece al capital sobre el trabajo. Cuando la inflación supera el objetivo, suben las tasas de interés y castigan a los trabajadores y pequeños empresarios con crédito más caro. Y cuando cae por debajo, bajan las tasas con la esperanza de que las empresas inviertan en proyectos de crecimiento.
¿Y qué pasa cuando nada funciona? Recurren a la flexibilización cuantitativa (QE) - imprimir dinero para comprar bonos - que beneficia principalmente a los que ya tienen activos. Todo esto mientras millones de británicos luchan por llegar a fin de mes.
Lo curioso es que ahora hablan de "flexibilización cuantitativa" cuando la economía mejora, pero la verdad es que el sistema parece diseñado para mantener el status quo, no para resolver los problemas estructurales que Bailey menciona.
El Reino Unido necesita soluciones reales, no más jerga financiera de un banquero central que señala problemas sin ofrecer soluciones concretas.