El mundo de las criptodivisas: ¿qué tipos existen realmente?

Llevo años metido en este mundillo y debo confesar que la clasificación de criptomonedas siempre me ha parecido demasiado simplista. Vamos a ver la realidad desde mi experiencia personal.

Las criptomonedas son ese invento revolucionario que supuestamente nos liberaría de bancos y gobiernos. ¿Lo han conseguido? Permitidme dudarlo mientras veo cómo el mercado sube y baja al ritmo que marcan las élites financieras.

Las stablecoins: esa falsa seguridad

Las llaman "estables", pero yo las llamo "ilusiones de estabilidad". Supuestamente respaldadas por dólares o activos, muchas veces me pregunto si realmente tienen las reservas que dicen tener. El USDT sigue operando mientras esquiva auditorías completas. ¿Alguien se ha preguntado qué pasaría si todos intentáramos cambiar nuestros Tether por dólares al mismo tiempo? Prefiero no pensarlo.

Los tokens: promesas digitales

Los tokens son como acciones de empresas que muchas veces ni existen. Nacen sobre blockchains como Ethereum o Solana y prometen revolucionar sectores enteros. He invertido en algunos que juraban cambiar el mundo y ahora no valen ni el gas que cuesta transferirlos.

UNI, LINK... ¿representan realmente valor o solo especulación? Cuando el mercado cae, todas estas "utilidades" se esfuman como el humo.

Las monedas nativas: los reyes del cotarro

Bitcoin, la primera y la que más pastita me ha hecho ganar (y perder). Su red es lenta, consume energía como un país pequeño, pero ahí sigue, desafiando a todos los que predijeron su muerte.

Ethereum va detrás intentando ser más eficiente mientras cobra comisiones que parecen robos a mano armada cuando la red está congestionada. Y Cardano... ¿alguien usa realmente Cardano para algo más que especular?

La realidad es que vivimos en un mundo donde la tecnología blockchain podría ser revolucionaria, pero hemos creado un casino digital donde pocos ganan y muchos pierden. A pesar de todo, sigo dentro, porque la alternativa es seguir en un sistema financiero tradicional que tampoco me convence.

Y aunque me quejo, cada mañana reviso los precios en mi plataforma favorita, porque la adrenalina de este mercado es una adicción que no logro superar.