Siempre me ha fascinado el poder bruto de la naturaleza, pero nada te impacta en el estómago como aprender sobre el tsunami de Lituya Bay de 1958. Esta no fue solo una ola ordinaria; estamos hablando de una pared de agua de 1,720 pies que obliteró todo a su paso. ¿La parte más loca? Solo dos almas perdidas murieron cuando este behemoth acuático cayó.
De pie en mi escritorio investigando este fenómeno, no puedo evitar sentir un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Cómo demonios puede una ola alcanzar la altura de un rascacielos? La respuesta es tanto simple como aterradora: 40 millones de yardas cúbicas de roca se estrellaron repentinamente en la bahía, desplazando tanta agua que creó lo que los científicos etiquetan fríamente como un "megatsunami". Pero no hay nada clínico en una ola que podría tragarse el Empire State Building.
El incidente de Lituya Bay se considera el tsunami más alto jamás registrado en la historia humana. La mayoría de las personas se obsesionan con los tsunamis japoneses o indonesios, que fueron devastadores en su número de muertos, no me malinterpreten, pero ni siquiera se acercan en términos de puro terror vertical. El tsunami del Océano Índico de 2004 mató a cientos de miles, pero sus olas eran meros niños en comparación con este monstruo de Alaska.
Lo que me molesta es la poca atención que recibe este evento en las discusiones generales. Tal vez sea porque ocurrió en una bahía remota de Alaska en lugar de una costa densamente poblada. O quizás simplemente nos incomoda reconocer que la naturaleza puede conjurar algo tan apocalípticamente masivo sin previo aviso.
Los científicos han intentado modelar a esta bestia, pero me pregunto si sus simulaciones por computadora realmente capturan el puro terror que hace mojarse los pantalones de presenciar una montaña literal de agua acercándose a ti. El puñado de testigos oculares lo describieron como si fuera "el fin del mundo" - y honestamente, ¿no pensarías lo mismo?
Las agencias gubernamentales lo rastrearon, lo midieron y lo documentaron, pero no pueden transmitir lo que debió sentirse estar allí. Cuando las rocas de un deslizamiento de tierra provocado por un terremoto cayeron en la bahía, nadie podría haber predicho la ola infernal que resultaría.
La próxima vez que alguien hable de las grandes olas que han visto en la playa, solo recuerda: esas no son olas. La Bahía de Lituya en 1958 nos mostró cómo es una verdadera ola. Y reza para que nunca volvamos a ver algo así.
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El Monstruo de Alaska: Cuando la Madre Naturaleza Se Vuelve Loca
Siempre me ha fascinado el poder bruto de la naturaleza, pero nada te impacta en el estómago como aprender sobre el tsunami de Lituya Bay de 1958. Esta no fue solo una ola ordinaria; estamos hablando de una pared de agua de 1,720 pies que obliteró todo a su paso. ¿La parte más loca? Solo dos almas perdidas murieron cuando este behemoth acuático cayó.
De pie en mi escritorio investigando este fenómeno, no puedo evitar sentir un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Cómo demonios puede una ola alcanzar la altura de un rascacielos? La respuesta es tanto simple como aterradora: 40 millones de yardas cúbicas de roca se estrellaron repentinamente en la bahía, desplazando tanta agua que creó lo que los científicos etiquetan fríamente como un "megatsunami". Pero no hay nada clínico en una ola que podría tragarse el Empire State Building.
El incidente de Lituya Bay se considera el tsunami más alto jamás registrado en la historia humana. La mayoría de las personas se obsesionan con los tsunamis japoneses o indonesios, que fueron devastadores en su número de muertos, no me malinterpreten, pero ni siquiera se acercan en términos de puro terror vertical. El tsunami del Océano Índico de 2004 mató a cientos de miles, pero sus olas eran meros niños en comparación con este monstruo de Alaska.
Lo que me molesta es la poca atención que recibe este evento en las discusiones generales. Tal vez sea porque ocurrió en una bahía remota de Alaska en lugar de una costa densamente poblada. O quizás simplemente nos incomoda reconocer que la naturaleza puede conjurar algo tan apocalípticamente masivo sin previo aviso.
Los científicos han intentado modelar a esta bestia, pero me pregunto si sus simulaciones por computadora realmente capturan el puro terror que hace mojarse los pantalones de presenciar una montaña literal de agua acercándose a ti. El puñado de testigos oculares lo describieron como si fuera "el fin del mundo" - y honestamente, ¿no pensarías lo mismo?
Las agencias gubernamentales lo rastrearon, lo midieron y lo documentaron, pero no pueden transmitir lo que debió sentirse estar allí. Cuando las rocas de un deslizamiento de tierra provocado por un terremoto cayeron en la bahía, nadie podría haber predicho la ola infernal que resultaría.
La próxima vez que alguien hable de las grandes olas que han visto en la playa, solo recuerda: esas no son olas. La Bahía de Lituya en 1958 nos mostró cómo es una verdadera ola. Y reza para que nunca volvamos a ver algo así.