El reciente ajuste en la edad de jubilación ha desatado un intenso debate entre la fuerza laboral. Muchos se han dado cuenta de que estamos alcanzando los estándares globales, ya que naciones desarrolladas como Australia, Dinamarca, Grecia, Canadá y Japón han superado durante mucho tiempo el umbral de jubilación de 65 años.
En 2021, Japón, enfrentando serios desafíos demográficos, anunció que los empleados podían extender voluntariamente su jubilación hasta los 70 años, basándose en la edad de jubilación legal de 65 años para los hombres.
Históricamente, el gobierno japonés ha aumentado gradualmente la edad de jubilación en cinco años cada 10-20 años, inicialmente de forma voluntaria antes de hacerlo obligatorio. El sistema de jubilación a los 60 años, introducido en 1986, se volvió completamente obligatorio en 1998. De manera similar, el esquema de "jubilación a los 65 años", iniciado en 2006, se aplicó universalmente en 2013.
Este patrón plantea preguntas sobre si la actual "extensión voluntaria" a 70 podría volverse obligatoria en una década, lo que podría llevar a celebraciones de septuagenarios en el lugar de trabajo.
La Realidad de la Fuerza Laboral Senior de Japón
La prevalencia de trabajadores mayores en Japón está bien documentada. A partir de 2017, había 9.12 millones de empleados senior, siendo uno de cada siete trabajadores mayores de 60 años. Esta proporción ha estado en aumento durante dos décadas consecutivas.
Después de la jubilación a los 70 años, muchos ancianos japoneses continúan recibiendo pensiones mientras son reempleados en roles de asesoría o consultoría. En 2016, el gobierno introdujo el "concepto de vida de 100 años", con el objetivo de crear un entorno donde todos puedan permanecer profesionalmente activos. Este concepto, aunque optimista, oculta una realidad más dura.
Los sistemas de empleo vitalicio y basados en la antigüedad de Japón sustentan esta narrativa de "carrera de un siglo". La mayoría de los graduados pueden asegurar puestos de tiempo completo con contratos vitalicios implícitos, donde los salarios y las posiciones normalmente aumentan con la antigüedad, independientemente del rendimiento.
Presiones financieras sobre los ancianos
Bajo este sistema, los empleados de 50 a 60 años generalmente ganan más que sus contrapartes más jóvenes. A medida que se acercan o entran en sus años dorados, a menudo siguen siendo los principales sostenedores de la familia. La jubilación puede llevar a una fuerte disminución de los ingresos, lo que incentiva la continuación del empleo.
El impulso del gobierno por una jubilación más tardía se debe en parte al aumento de la esperanza de vida. En 1960, la esperanza de vida promedio de los hombres japoneses era de 65 años; para 2022, había alcanzado 81 años (87 para mujeres). La mayoría de los japoneses siguen siendo capaces de trabajar a la edad de jubilación actual.
Sin embargo, esta longevidad ejerce presión sobre el sistema de pensiones. Para 2040, se proyecta que la población mayor de 65 años comprenda el 35% de la población total de Japón, frente al 29% actual. Al mismo tiempo, las tasas de natalidad continúan cayendo en picada, con solo alrededor de 727,000 nacimientos registrados en 2023, muy por debajo de las proyecciones anteriores.
El Predicamento de las Pensiones
Este desequilibrio demográfico amenaza la sostenibilidad del sistema de pensiones de Japón. Con menos personas en edad de trabajar para apoyar a los jubilados, es probable que los beneficios de pensión disminuyan con el tiempo.
Muchos ancianos, enfrentados a pensiones insuficientes, optan por trabajos menos exigentes para complementar sus ingresos y ocupar su tiempo. Los roles comunes incluyen cajeros de supermercado, conductores de taxi y trabajadores de la hostelería. Las empresas se benefician de la flexibilidad y los menores costos asociados con la contratación de trabajadores mayores en contratos por horas sin beneficios adicionales.
Trabajando en la Edad Avanzada
Algunos ancianos continúan trabajando hasta bien entrada su novena década. Por ejemplo, Tamiko Honda, de 91 años, y Yoshimitsu Yabuta, de 96, ambos trabajan en Gate, manteniendo horarios regulares a pesar de su avanzada edad. Ellos citan el trabajo como un medio para mantenerse sanos y socialmente conectados.
Mientras que estos casos inspiran a muchos, no son representativos de la mayoría. La mayoría de los japoneses sueña con una jubilación relajada, pero las realidades financieras a menudo interfieren.
El "Problema del Fondo Post-Jubilación"
Un estudio de 2017 del Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones de Japón sugirió que una pareja de jubilados necesitaría 20 millones de yenes en ahorros, además de las pensiones del gobierno, para mantener un estilo de vida cómodo después de la jubilación.
Acumular tales ahorros es un desafío, especialmente para los hogares con un solo ingreso. Con años de tasas de interés cercanas a cero y valores de bienes raíces en declive, muchas familias luchan por construir nidos de ahorro sustanciales.
La pandemia de COVID-19 ha exacerbado estos problemas, llevando a un aumento de precios y a la depreciación del yen. El "problema de los 20 millones de yenes" se ha convertido en una preocupación social urgente, con los aumentos de pensiones que no logran mantenerse al ritmo de la inflación.
A medida que Japón enfrenta estos desafíos demográficos y económicos, sirve como una advertencia para otras naciones que enfrentan tendencias similares. La pregunta sigue siendo: ¿Cómo pueden las sociedades prepararse para un futuro cada vez más incierto?
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La crisis del envejecimiento en Japón: elevando la edad de jubilación a niveles sin precedentes
El reciente ajuste en la edad de jubilación ha desatado un intenso debate entre la fuerza laboral. Muchos se han dado cuenta de que estamos alcanzando los estándares globales, ya que naciones desarrolladas como Australia, Dinamarca, Grecia, Canadá y Japón han superado durante mucho tiempo el umbral de jubilación de 65 años.
En 2021, Japón, enfrentando serios desafíos demográficos, anunció que los empleados podían extender voluntariamente su jubilación hasta los 70 años, basándose en la edad de jubilación legal de 65 años para los hombres.
Históricamente, el gobierno japonés ha aumentado gradualmente la edad de jubilación en cinco años cada 10-20 años, inicialmente de forma voluntaria antes de hacerlo obligatorio. El sistema de jubilación a los 60 años, introducido en 1986, se volvió completamente obligatorio en 1998. De manera similar, el esquema de "jubilación a los 65 años", iniciado en 2006, se aplicó universalmente en 2013.
Este patrón plantea preguntas sobre si la actual "extensión voluntaria" a 70 podría volverse obligatoria en una década, lo que podría llevar a celebraciones de septuagenarios en el lugar de trabajo.
La Realidad de la Fuerza Laboral Senior de Japón
La prevalencia de trabajadores mayores en Japón está bien documentada. A partir de 2017, había 9.12 millones de empleados senior, siendo uno de cada siete trabajadores mayores de 60 años. Esta proporción ha estado en aumento durante dos décadas consecutivas.
Después de la jubilación a los 70 años, muchos ancianos japoneses continúan recibiendo pensiones mientras son reempleados en roles de asesoría o consultoría. En 2016, el gobierno introdujo el "concepto de vida de 100 años", con el objetivo de crear un entorno donde todos puedan permanecer profesionalmente activos. Este concepto, aunque optimista, oculta una realidad más dura.
Los sistemas de empleo vitalicio y basados en la antigüedad de Japón sustentan esta narrativa de "carrera de un siglo". La mayoría de los graduados pueden asegurar puestos de tiempo completo con contratos vitalicios implícitos, donde los salarios y las posiciones normalmente aumentan con la antigüedad, independientemente del rendimiento.
Presiones financieras sobre los ancianos
Bajo este sistema, los empleados de 50 a 60 años generalmente ganan más que sus contrapartes más jóvenes. A medida que se acercan o entran en sus años dorados, a menudo siguen siendo los principales sostenedores de la familia. La jubilación puede llevar a una fuerte disminución de los ingresos, lo que incentiva la continuación del empleo.
El impulso del gobierno por una jubilación más tardía se debe en parte al aumento de la esperanza de vida. En 1960, la esperanza de vida promedio de los hombres japoneses era de 65 años; para 2022, había alcanzado 81 años (87 para mujeres). La mayoría de los japoneses siguen siendo capaces de trabajar a la edad de jubilación actual.
Sin embargo, esta longevidad ejerce presión sobre el sistema de pensiones. Para 2040, se proyecta que la población mayor de 65 años comprenda el 35% de la población total de Japón, frente al 29% actual. Al mismo tiempo, las tasas de natalidad continúan cayendo en picada, con solo alrededor de 727,000 nacimientos registrados en 2023, muy por debajo de las proyecciones anteriores.
El Predicamento de las Pensiones
Este desequilibrio demográfico amenaza la sostenibilidad del sistema de pensiones de Japón. Con menos personas en edad de trabajar para apoyar a los jubilados, es probable que los beneficios de pensión disminuyan con el tiempo.
Muchos ancianos, enfrentados a pensiones insuficientes, optan por trabajos menos exigentes para complementar sus ingresos y ocupar su tiempo. Los roles comunes incluyen cajeros de supermercado, conductores de taxi y trabajadores de la hostelería. Las empresas se benefician de la flexibilidad y los menores costos asociados con la contratación de trabajadores mayores en contratos por horas sin beneficios adicionales.
Trabajando en la Edad Avanzada
Algunos ancianos continúan trabajando hasta bien entrada su novena década. Por ejemplo, Tamiko Honda, de 91 años, y Yoshimitsu Yabuta, de 96, ambos trabajan en Gate, manteniendo horarios regulares a pesar de su avanzada edad. Ellos citan el trabajo como un medio para mantenerse sanos y socialmente conectados.
Mientras que estos casos inspiran a muchos, no son representativos de la mayoría. La mayoría de los japoneses sueña con una jubilación relajada, pero las realidades financieras a menudo interfieren.
El "Problema del Fondo Post-Jubilación"
Un estudio de 2017 del Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones de Japón sugirió que una pareja de jubilados necesitaría 20 millones de yenes en ahorros, además de las pensiones del gobierno, para mantener un estilo de vida cómodo después de la jubilación.
Acumular tales ahorros es un desafío, especialmente para los hogares con un solo ingreso. Con años de tasas de interés cercanas a cero y valores de bienes raíces en declive, muchas familias luchan por construir nidos de ahorro sustanciales.
La pandemia de COVID-19 ha exacerbado estos problemas, llevando a un aumento de precios y a la depreciación del yen. El "problema de los 20 millones de yenes" se ha convertido en una preocupación social urgente, con los aumentos de pensiones que no logran mantenerse al ritmo de la inflación.
A medida que Japón enfrenta estos desafíos demográficos y económicos, sirve como una advertencia para otras naciones que enfrentan tendencias similares. La pregunta sigue siendo: ¿Cómo pueden las sociedades prepararse para un futuro cada vez más incierto?