Acabo de firmar un proyecto de ley que cambia las reglas del juego en El Salvador y me siento tanto emocionado como escéptico. El presidente Bukele ha eliminado oficialmente TODOS los impuestos sobre las innovaciones tecnológicas: ingresos, propiedades, ganancias de capital... todo desaparecido con la firma de un bolígrafo.
Esto no es solo un pequeño ajuste de política. Lo vi firmar esas 11 páginas que podrían transformar potencialmente a esta pequeña nación centroamericana en el próximo centro tecnológico. "Listo," tuiteó después de firmar. Eso es todo. Solo "Listo." El tipo tiene la confianza de un chico de tecnología con el dinero de papá.
El Ministerio de Economía llevará el espectáculo, aparentemente ofreciendo desgravaciones fiscales como caramelos para atraer inversión tecnológica. Pero vamos, ¿realmente se trata de "crecimiento económico y desarrollo sostenible", o es solo otro truco desesperado de un gobierno que ya ha apostado todo por las criptomonedas?
Seamos realistas. Los objetivos suenan impresionantes: desarrollo de microelectrónica, fabricación de semiconductores, "materiales innovadores." Están hablando de liderar la fabricación de tecnología avanzada en TODA América Latina. ¿Desde un país que la mayoría de los ejecutivos de tecnología probablemente no podrían encontrar en un mapa? Buena suerte con eso.
El Ministerio de Finanzas obtiene poderes de ejecución, con "inspecciones y controles" para verificar el cumplimiento. Claro. Porque los gobiernos que supervisan la regulación tecnológica siempre funcionan a la perfección. Creeré en una supervisión efectiva cuando lo vea.
La verdadera pregunta que nadie está haciendo: ¿quién se beneficia? ¿Esto creará empleos reales para los salvadoreños o solo refugios fiscales para las empresas extranjeras? ¿Se desarrollará el talento local o se explotará?
Esto podría ser brillante o desastroso. O El Salvador se convierte en una potencia tecnológica legítima, o estamos viendo a un gobierno apostar su futuro económico en atraer empresas que solo quieren evadir impuestos mientras dan poco a cambio.
Supongo que descubriremos cuál es. Pero mantengo mis expectativas firmemente bajo control.
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La Revolución Tecnológica de El Salvador: Un Audaz Experimento Sin Impuestos
Acabo de firmar un proyecto de ley que cambia las reglas del juego en El Salvador y me siento tanto emocionado como escéptico. El presidente Bukele ha eliminado oficialmente TODOS los impuestos sobre las innovaciones tecnológicas: ingresos, propiedades, ganancias de capital... todo desaparecido con la firma de un bolígrafo.
Esto no es solo un pequeño ajuste de política. Lo vi firmar esas 11 páginas que podrían transformar potencialmente a esta pequeña nación centroamericana en el próximo centro tecnológico. "Listo," tuiteó después de firmar. Eso es todo. Solo "Listo." El tipo tiene la confianza de un chico de tecnología con el dinero de papá.
El Ministerio de Economía llevará el espectáculo, aparentemente ofreciendo desgravaciones fiscales como caramelos para atraer inversión tecnológica. Pero vamos, ¿realmente se trata de "crecimiento económico y desarrollo sostenible", o es solo otro truco desesperado de un gobierno que ya ha apostado todo por las criptomonedas?
Seamos realistas. Los objetivos suenan impresionantes: desarrollo de microelectrónica, fabricación de semiconductores, "materiales innovadores." Están hablando de liderar la fabricación de tecnología avanzada en TODA América Latina. ¿Desde un país que la mayoría de los ejecutivos de tecnología probablemente no podrían encontrar en un mapa? Buena suerte con eso.
El Ministerio de Finanzas obtiene poderes de ejecución, con "inspecciones y controles" para verificar el cumplimiento. Claro. Porque los gobiernos que supervisan la regulación tecnológica siempre funcionan a la perfección. Creeré en una supervisión efectiva cuando lo vea.
La verdadera pregunta que nadie está haciendo: ¿quién se beneficia? ¿Esto creará empleos reales para los salvadoreños o solo refugios fiscales para las empresas extranjeras? ¿Se desarrollará el talento local o se explotará?
Esto podría ser brillante o desastroso. O El Salvador se convierte en una potencia tecnológica legítima, o estamos viendo a un gobierno apostar su futuro económico en atraer empresas que solo quieren evadir impuestos mientras dan poco a cambio.
Supongo que descubriremos cuál es. Pero mantengo mis expectativas firmemente bajo control.