Karl Sebastian Greenwood, cofundador del notorio esquema de criptomonedas OneCoin, ha sido condenado a 20 años de prisión en los Estados Unidos por orquestar uno de los fraudes de criptomonedas más grandes de la historia. El ciudadano de doble nacionalidad del Reino Unido y Suecia jugó un papel fundamental junto a Ruja Ignatova (conocida como "la Cripto-reina") en la creación de la operación fraudulenta que comenzó en 2014.
La Masiva Escala del Fraude de OneCoin
La operación de criptomonedas fraudulenta utilizó una sofisticada red global de marketing multinivel (MLM) para promover tokens digitales sin valor presentados como criptomonedas legítimas. Los registros judiciales confirman que el esquema defraudó a aproximadamente 3.5 millones de víctimas en todo el mundo, acumulando una asombrosa cantidad de $4 mil millones en inversiones entre finales de 2014 y finales de 2016. Las investigaciones financieras revelaron que Greenwood obtuvo personalmente alrededor de $300 millones de la empresa fraudulenta.
El fiscal estadounidense Damian Williams describió la operación en términos contundentes: "Karl Sebastian Greenwood operó uno de los mayores esquemas de fraude jamás perpetrados." Las víctimas fueron sistemáticamente atraídas con promesas de una "revolución financiera" y afirmaciones engañosas de que OneCoin se convertiría en un competidor legítimo de Bitcoin.
Cómo Funcionó el Engaño
A diferencia de las criptomonedas legítimas que operan en tecnología blockchain con verificación distribuida, los tokens de OneCoin no tenían valor real y existían completamente bajo el control centralizado de los operadores del esquema. Las monedas digitales no fueron minadas ni validadas de manera independiente como ocurre con las criptomonedas genuinas, lo que las hacía fundamentalmente sin valor a pesar de las elaboradas afirmaciones de marketing.
Las comunicaciones internas reveladas más tarde por los fiscales mostraron la intención fraudulenta desde el principio. En correspondencia por correo electrónico de 2014, cuando desarrollaban el concepto de OneCoin, Greenwood e Ignatova se referían en privado a su creación como "moneda basura" - revelando su conciencia de la naturaleza fraudulenta del esquema.
Consecuencias Legales e Impacto en la Industria
El viaje criminal de Greenwood terminó con su arresto en Tailandia en 2018, seguido de su extradición a los Estados Unidos. Después de enfrentar las abrumadoras pruebas en su contra, finalmente se declaró culpable de los cargos en 2022. La sentencia de 20 años y la multa de $300 millones representan una de las sanciones legales más significativas en la historia del fraude en criptomonedas.
Este caso emblemático envía un mensaje poderoso sobre las consecuencias legales que esperan a aquellos que intentan explotar el ecosistema de criptomonedas con fines fraudulentos. Mientras Ruja Ignatova sigue en la lista de las 10 personas más buscadas del FBI, la condena de su cómplice demuestra que, a pesar de la naturaleza innovadora de la tecnología de criptomonedas, los sistemas de justicia tradicionales pueden y responsabilizarán a los perpetradores de los delitos financieros digitales.
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Fraude de Criptomoneda Mayor Expuesto: Co-Fundador de OneCoin Sentenciado a 20 Años
Karl Sebastian Greenwood, cofundador del notorio esquema de criptomonedas OneCoin, ha sido condenado a 20 años de prisión en los Estados Unidos por orquestar uno de los fraudes de criptomonedas más grandes de la historia. El ciudadano de doble nacionalidad del Reino Unido y Suecia jugó un papel fundamental junto a Ruja Ignatova (conocida como "la Cripto-reina") en la creación de la operación fraudulenta que comenzó en 2014.
La Masiva Escala del Fraude de OneCoin
La operación de criptomonedas fraudulenta utilizó una sofisticada red global de marketing multinivel (MLM) para promover tokens digitales sin valor presentados como criptomonedas legítimas. Los registros judiciales confirman que el esquema defraudó a aproximadamente 3.5 millones de víctimas en todo el mundo, acumulando una asombrosa cantidad de $4 mil millones en inversiones entre finales de 2014 y finales de 2016. Las investigaciones financieras revelaron que Greenwood obtuvo personalmente alrededor de $300 millones de la empresa fraudulenta.
El fiscal estadounidense Damian Williams describió la operación en términos contundentes: "Karl Sebastian Greenwood operó uno de los mayores esquemas de fraude jamás perpetrados." Las víctimas fueron sistemáticamente atraídas con promesas de una "revolución financiera" y afirmaciones engañosas de que OneCoin se convertiría en un competidor legítimo de Bitcoin.
Cómo Funcionó el Engaño
A diferencia de las criptomonedas legítimas que operan en tecnología blockchain con verificación distribuida, los tokens de OneCoin no tenían valor real y existían completamente bajo el control centralizado de los operadores del esquema. Las monedas digitales no fueron minadas ni validadas de manera independiente como ocurre con las criptomonedas genuinas, lo que las hacía fundamentalmente sin valor a pesar de las elaboradas afirmaciones de marketing.
Las comunicaciones internas reveladas más tarde por los fiscales mostraron la intención fraudulenta desde el principio. En correspondencia por correo electrónico de 2014, cuando desarrollaban el concepto de OneCoin, Greenwood e Ignatova se referían en privado a su creación como "moneda basura" - revelando su conciencia de la naturaleza fraudulenta del esquema.
Consecuencias Legales e Impacto en la Industria
El viaje criminal de Greenwood terminó con su arresto en Tailandia en 2018, seguido de su extradición a los Estados Unidos. Después de enfrentar las abrumadoras pruebas en su contra, finalmente se declaró culpable de los cargos en 2022. La sentencia de 20 años y la multa de $300 millones representan una de las sanciones legales más significativas en la historia del fraude en criptomonedas.
Este caso emblemático envía un mensaje poderoso sobre las consecuencias legales que esperan a aquellos que intentan explotar el ecosistema de criptomonedas con fines fraudulentos. Mientras Ruja Ignatova sigue en la lista de las 10 personas más buscadas del FBI, la condena de su cómplice demuestra que, a pesar de la naturaleza innovadora de la tecnología de criptomonedas, los sistemas de justicia tradicionales pueden y responsabilizarán a los perpetradores de los delitos financieros digitales.