Lección 1

¿Por qué es relevante el rendimiento de Bitcoin en este momento?

Tradicionalmente, Bitcoin se ha considerado un activo de “reserva de valor”, comparable al oro digital. Aunque esta perspectiva ha consolidado su papel como cobertura macroeconómica, también ha restringido su utilidad dentro del sector de las finanzas descentralizadas (DeFi). A diferencia de Ethereum o de otras cadenas más recientes pensadas para la composabilidad y la programabilidad en cadena, Bitcoin ha permanecido aislado; es decir, su liquidez quedaba mayormente inactiva, salvo que se trasladase mediante versiones tokenizadas como WBTC. No obstante, la llegada de entornos de programabilidad nativos de Bitcoin, como BitVM y su extensión BitVMX, está propiciando un cambio de paradigma. En 2025, la generación de rendimientos nativos en Bitcoin ya es técnicamente posible y económicamente significativa. Este módulo examina los factores detrás de esta transición, las restricciones históricas que la condicionaron y las dinámicas estructurales que están impulsando su adopción actualmente.

Bitcoin como reserva de valor e inercia inherente

En el entorno cripto, el “rendimiento” alude a los ingresos pasivos obtenidos al poner los activos digitales en funcionamiento, no solo al mantenerlos en cartera esperando una revalorización. Estas rentas pueden originarse al prestar monedas a terceros, participar en el staking para contribuir a la seguridad de una red o al proporcionar liquidez en exchanges descentralizados. En cadenas como Ethereum, estas oportunidades se han consolidado gracias a los contratos inteligentes programables y a protocolos DeFi interoperables.

Bitcoin, sin embargo, históricamente ha carecido de esta utilidad financiera. Aunque se mantiene como el activo más seguro y descentralizado del ecosistema, las opciones para que sus titulares generen rendimientos on-chain han sido muy limitadas. El motivo radica en las decisiones fundacionales de su diseño: un lenguaje de scripting expresamente restringido, un modelo contable que dificulta las interacciones complejas y una cultura que privilegia la seguridad frente a la experimentación.

La capacidad limitada en scripting de Bitcoin, el modelo contable basado en UTXO y el rígido consenso lo han dotado de gran robustez pero con poca flexibilidad. Este rasgo, esencial para su seguridad, impone barreras claras al desarrollo de aplicaciones financieras sobre la capa base. Así, durante la mayor parte de su historia, las aplicaciones asociadas a generación de rendimiento, como préstamos, endeudamiento o provisión de liquidez, resultaban imposibles o exigían intermediarios y custodios externos. Algunas soluciones como BlockFi, Celsius y Genesis cubrieron esta laguna, pero acabaron colapsando, alimentando la desconfianza hacia los mecanismos centralizados de generación de rendimiento.

Ni siquiera los protocolos DeFi de Ethereum podían integrar Bitcoin de manera nativa. Para ello, exigían representaciones tokenizadas o colateralizadas de BTC (caso de WBTC, renBTC o tBTC), gestionadas por custodios o mediante complejos puentes tecnológicos. Este modelo introducía riesgos de custodia, fricciones entre cadenas y exigencias de confianza adicionales, que los usuarios de Bitcoin, por lo general, preferían evitar. A pesar de que Bitcoin ha supuesto más del 50% del valor total del mercado cripto durante distintas etapas, su utilidad on-chain seguía siendo muy limitada, más allá de las liquidaciones y la mera operativa especulativa.

El auge de Bitcoin envuelto y sus limitaciones

El fenómeno del Bitcoin envuelto fue clave para facilitar el acceso al rendimiento durante el auge de DeFi entre 2020 y 2022. WBTC, la modalidad con mayor adopción, llegó a superar los 4.000 millones de dólares en valor total bloqueado en su momento culminante. Sin embargo, este mecanismo obligaba a los usuarios a entregar sus bitcoins a un custodio centralizado (BitGo) a cambio de un token ERC-20. A pesar de su funcionalidad, este proceso contravenía los principios esenciales de Bitcoin: la minimización de la confianza y la autocustodia.

Además, la imposibilidad de auditar de forma independiente las reservas que avalan los activos envueltos suscitó cada vez más preocupación. Casos como las sanciones a Tornado Cash, los ataques a puentes (Wormhole, Nomad) y los exploits en protocolos DeFi, reforzaron la percepción de que trasladar BTC al ecosistema de Ethereum implicaba un riesgo excesivo. Así, los usuarios debían optar entre renunciar totalmente al rendimiento o asumir los riesgos de custodia o de smart contracts en entornos ajenos.

Por qué DeFi dejó a Bitcoin al margen (hasta ahora)

Bitcoin no fue concebido para la ejecución Turing-completa. Su lenguaje Script es deliberadamente limitado para prevenir bucles infinitos, la sobrecarga contractual o vulnerabilidades como las que afectaron a los primeros contratos en Ethereum. Estas restricciones hacían prácticamente inviable desarrollar contratos inteligentes avanzados directamente sobre Bitcoin. Aunque soporta transacciones multifirma y bloqueos temporales básicos, carece de mecanismos fundamentales como transiciones programáticas de estado, llamadas contractuales composables o una medición basada en gas para la ejecución.

Por otro lado, la cultura conservadora de Bitcoin y la rigidez de su gobernanza han hecho que las actualizaciones del protocolo sean muy lentas y objeto de controversia. Propuestas como Taproot –que introdujo firmas Schnorr y soporte para Merkelized Abstract Syntax Trees (MAST)– tardaron años en implementarse, a pesar de contar con amplio respaldo. Como resultado, Bitcoin quedó rezagado en la carrera por el activo programable.

Mientras tanto, Ethereum y cadenas emergentes como Solana, Avalanche o Arbitrum han consolidado ecosistemas vibrantes, con cientos de protocolos, estándares interoperables (ERC-20, ERC-4626) y herramientas sofisticadas. En estos entornos, DeFi ha prosperado sin presencia directa de Bitcoin, marginándolo aún más del sector financiero on-chain.

2023–2025: Catalizadores para el rendimiento nativo en Bitcoin

Desde finales de 2023, varios avances pusieron en duda la idea de que Bitcoin no podía crear rendimiento nativo. La llegada de los Ordinals y las inscripciones introdujo el concepto de NFT en Bitcoin, demostrando que era posible incrustar metadatos arbitrarios en las transacciones. Esto originó un cambio cultural y técnico: los usuarios de Bitcoin demostraron estar dispuestos a pagar por funcionalidades ajenas al dinero, y los desarrolladores supieron aprovechar los elementos disponibles de forma innovadora.

Al mismo tiempo, la aparición de BitVM en octubre de 2023 brindó un nuevo marco para construir aplicaciones off-chain que pueden verificarse on-chain utilizando los opcodes existentes en Bitcoin. BitVM no exige cambios de consenso ni soft forks; emplea protocolos de desafío-respuesta y verificación de preimagenes hash para validar cálculos realizados fuera de la cadena. Este modelo abre la puerta a crear rollups, puentes y contratos financieros programables sin alterar la capa base de Bitcoin.

Ya en 2024, surgieron extensiones como BitVMX, que ofrecen implementaciones más escalables y modulares de los principios de BitVM. BitVMX integra modelos de CPU virtual (como RISC-V) y lógica de rollup optimista, permitiendo ejecutar programas complejos fuera de la cadena, pero con pruebas periódicas validadas por el scripting de Bitcoin. De este modo, es posible crear protocolos de préstamos nativos, market makers automatizados y módulos de staking que liquidan en BTC real, sin recurrir a envoltorios ni puentes hacia otras redes.

Dinámica de mercado e interés institucional en 2025

En 2025, el rendimiento nativo en Bitcoin trasciende el mero experimento técnico y se convierte en una exigencia del mercado. Con Bitcoin cotizando por encima de los 120.000 dólares y un crecimiento exponencial de la tenencia institucional—principalmente a través de ETFs y plataformas de custodia—, el coste de oportunidad de mantener BTC inactivo es ahora considerable. Gestoras de activos, fondos de pensiones y tesorerías cripto buscan estrategias de bajo riesgo que generen rendimiento sin perder exposición a BTC nativo. La llegada de soluciones de segunda capa en Bitcoin, dotadas de capacidades programables, ha originado una nueva categoría de activo: Bitcoin que genera rendimiento sin comprometer ni custodia ni la integridad del consenso.

Proyectos como Citrea, Bitlayer y LayerBTC han captado inversiones de capital riesgo y el interés de entidades institucionales. Citrea, el primer ZK-rollup específico para Bitcoin, se lanzó en testnet con soporte para liquidación nativa. Bitlayer, un rollup optimista asegurado mediante BitVMX, logró financiación de Franklin Templeton y actualmente integra aplicaciones DeFi operativas sin necesidad de tokens envueltos. Todo ello ejemplifica cómo el rendimiento nativo de Bitcoin está evolucionando de las pruebas de concepto a productos en producción.

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