No te preocupes por cosas que no te conciernen, no te desgastes por asuntos que no puedes controlar, no te enredes en respuestas que realmente no importan. Muchas personas se desgastan mucho, como cuando un compañero no me habla, o cuando otro compañero pasa de mí al repartir snacks. No debes centrar tu energía en esas personas que realmente no pueden afectarte. En el lugar de trabajo, debes aprender a manejar tu mentalidad. Hay tres preguntas que hacerte: ¿qué tiene que ver eso conmigo? ¿qué tiene que ver eso contigo? ¿qué tiene que ver eso con él? Lo que más temes es la expresión equivocada de otra persona, y entonces te enloqueces. ¿He hecho algo mal? ¿He enfadado a la otra persona? Con un solo comentario de otra persona, empiezas a dudar de ti mismo. Con una negación, empiezas a defenderte y a discutir sin fin, tratando de justificarte, lo que solo consume tu energía. Los demás son un infierno; si no mantienes una distancia segura, te verás abrumado por la impotencia y el cansancio. No prestes atención a lo que dicen los demás, no te fijes en sus vidas, no trates de adivinar sus pensamientos, no interfieras en sus asuntos. Cuando te das cuenta de que la otra persona no es importante, te sorprenderás menos. Cuando entiendes que esos asuntos no valen la pena, no te rebajarás a discutir con ellos sin fin. Te lo digo, lo que ignoras desaparecerá; lo que te importa, solo aumentará.